El desierto blanco by Luis López Carrasco

autor:Luis López Carrasco [López Carrasco, Luis]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Psicológico
editor: ePubLibre
publicado: 2023-08-15T00:00:00+00:00

* * *

—Esto parece uno de mis guiones —comentó Javier, al comprobar que la televisión no tenía señal en ninguno de sus canales.

Pacheco, ya repuesto, estaba manipulando el cable de antena. Como aquello no parecía funcionar, apagó y encendió el aparato de TDT[4]. Aitana, Javier y yo estábamos recogiendo el salón para acoger la gran cena. La mesa principal estaba repleta de carreteras, murallas y soldaditos de plástico, dados de colores y unos hexágonos que conformaban el mapa de la civilización de Catán. Javier trabajaba para un realizador publicitario que, alarmado por la crisis de los treinta, estaba intentando poner en marcha proyectos de largometraje. Volver así al cine y sus mágicas ficciones, el hogar de los sueños infantiles y las vocaciones adolescentes, volver a la forma original, a todo aquello que le había estimulado para dedicarse profesionalmente a los protocolos y mecanismos de la imagen aplicada. Javier, que había coincidido con él en la escuela estatal de cinematografía, había sido reclutado como guionista, en deferencia a ilusiones y complicidades juveniles, y era el encargado de materializar la imaginación de su antiguo compañero de proyectos, que chapoteaba en cientos de miles de euros ganados en anuncios de cerveza y automoción. El realizador, una persona desenfadada, de acelerada vida sentimental, residente en un ático poblado por rock psicodélico, gorras de béisbol, máquinas de arcade y miniaturas de guerras galácticas, le ofrecía un perfecto regreso a las aventuras de antaño: misterios esotéricos en una isla desierta, suspense psíquico en una estación espacial (¿son alienígenas, son fantasmas o me estoy volviendo loco?), asedios inquietantes a una familia aislada, persecuciones montaraces donde se conjugaba la alta tecnología y los rigores físicos de la supervivencia animal. Naufragios diversos, en definitiva, ambientados en futuros próximos y con un marco común: el fin del mundo. En todas las ficciones, dibujadas en el denso aire de tabaco de su despacho, se apuntaba siempre la potencial promesa del fracaso civilizatorio, la amenaza última. La posibilidad de la catástrofe colectiva era el punto de partida de una situación anómala e inquietante y correspondía a sus protagonistas desvelar si este colapso era real o fingido: si realmente todo se acababa y había que apostar por la huida, la resistencia o el sacrificio, o si por el contrario este apocalipsis se trataba del espejismo de una sociedad digital paranoide, obedecía a los intereses de oscuras corporaciones para controlar a la población global o formaba parte del plan de un padre desquiciado para encerrar y someter a su esposa e hijos.

«Quiero que escribamos un capítulo de Lost[5] de cien minutos», dijo aquel realizador, y Javier estrechó su mano sobre la mesa de billar que ocupaba el centro del ático y reinaba sobre muñequitos y figuritas de leyenda: el colofón a un paraíso heterosexual que más pronto que tarde se desmoronaría en alcoholismo y divorcios prematuros. Javier mascaba chicle y charlaba sobre sus actividades narrativas mientras colocaba los soldaditos de plástico en sus ranuras.

—Uno de los principales problemas que tenemos en las historias que estamos escribiendo es que toda intriga se basa en la ausencia de información.

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